Restaurante
La tradición arranca en 1982
Los orígenes de Cuevas Pulpí se remontan a 1982, cuando el matrimonio formado por Tomás y Ángela inauguró el bar-restaurante Dulcinea en Pulpí.
Con los años, el local se granjeó fama por su calidad y buen servicio. Sin embargo, con el cambio de siglo la pareja decidió escapar del frenético ritmo de vida que el negocio imponía. Empujados por la necesidad de reconectar con la naturaleza, Tomás y Ángela adquirieron un terreno a los pies del paraje natural de la sierra de los Pinos, en Cuevas del Almanzora, a quince minutos escasos de la geoda de Pulpí.
Un lugar de retiro convertido en restaurante
Tomás empezó allí a cultivar la tierra y a realizar labores, casi siempre de manera autodidacta y sin imaginar en lo que el lugar se convertiría 20 años más tarde.
Aunque retirados de la hostelería, a la pareja a menudo le llegaban peticiones de los lugareños para realizar comidas para llevar o pequeñas celebraciones bajo la sombra de un olivo cercano.
Un día, Tomás y Ángela decidieron abrir en el subsuelo de arcilla de su terreno una primera cueva que, con el paso de los años, albergaría dichas celebraciones y eventos.
La creación de un enclave único
En 2012, Francisco, hijo mayor del matrimonio, decide tomar el relevo de sus padres, iniciando trabajos de mejora y construyendo la estancia subterránea conocida como “El Salón” donde, en la actualidad, se celebran los eventos en Cuevas Pulpí.
Con el tiempo, la familia construye una nueva cueva, que se convertirá en hogar de Francisco, y testimonio de su vinculación con el paraje, así como de su amor por la forma de vida que representa.
Más familia, más proyección
En 2022, Cristóbal, hermano de Francisco, regresa a su tierra para sumarse al negocio familiar, enriqueciéndolo con su experiencia internacional.
El nombre de Cuevas Pulpí, nace de la unión de Cuevas del Almanzora, el pueblo donde se ubica el restaurante, y Pulpí, de donde procede la familia.
Una experiencia gastronómica inimitable
Cuevas Pulpí es hoy un restaurante con señas de identidad únicas, suma de excelencia y tradición. Para preservar la peculiar personalidad del establecimiento, los productos se adquieren de forma exclusiva para cada comida, evento o celebración. Apostamos decididamente por la producción ecológica y local, con alimentos a menudo cultivados y recolectados por nosotros mismos.
Los comensales son recogidos por el personal del restaurante en punto de encuentro para facilitarles la llegada a las cuevas, siempre con reserva previa. Una vez en este entorno singular y alejado del mundanal ruido, cada cliente recibe un cuidado servicio, fruto de una natural y exquisita hospitalidad.